domingo, 8 de abril de 2007

En Honor a YASHODHARA


Yashodhara... ¿conoces ese nombre? Príncipe Siddhartha, Gautama, Shakyamuni, Buda... todos conocen esos nombres, pero ¿Yashodhara? Yashodhara estaba casada con Siddhartha. Lo amaba. Una noche, Siddhartha la dejó y a su hijo, Rahul, para buscar la Iluminación y convertirse en Buda. No dijo una palabra cuando se fue. Yashodhara había mostrado compasión por los enfermos y los dolidos, mucho antes que Siddhartha conociera el sufrimiento. ¿Quién puede decir si su Iluminación no fue debido a ella?”, “Quizás Yashodhara quería dejar a Siddhartha y Rahul. ¿Cómo podemos saber si Yashodhara fue víctima de la ira, la soledad o la amargura después que Siddhartha la dejó? ¿Quién piensa en ella? ¿Qué debió decirle a Rahul, su hijo, cuándo le preguntó: ‘¿Dónde está mi padre?’? ¿Qué debió decirle? ¿Podría una madre dejar a su hijo, en medio de la noche? Sólo un hombre puede hacerlo?”, Sólo un hombre. Yashodhara no tenía elección, pero llevó una vida de renunciación. Se cortó el pelo y vivió ascéticamente. Oh, Tashi… Si tus pensamientos respecto al Dharma (camino) fueran tan intensos como el amor y la pasión que me has mostrado, podrías convertirte en Buda en este cuerpo, en esta vida”
Este es un extracto del diálogo final entre Tashi y Pema en la recomendadísima película SAMSARA (2001). Pema, que al igual que Yashodhara había sido dejada por su esposo quién partió en su búsqueda de iluminación, nos recuerda el valor y el inmenso coraje femenino. Nos da luces de una forma de espiritualidad enraizada profundamente en la Tierra y en lo humano, una espiritualidad manifestada en lo cotidiano, ligada al amor, al servicio, a la devoción, a la familia, a la entrega brindada en el día a día, la espiritualidad inmanente.
Así también nos trae el recuerdo de YASHODHARA, esta gran mujer icono de inspiración de la cual pocos hablan. A continuación un extracto de a historia de Yashodhara y Buda relatada bellamente por Osho:
“Justo un día antes de que Gautama Buda dejara su palacio para salir en busca de la verdad, su esposa Yashodhara había tenido un hijo. Es una historia tan humana, tan hermosa...Antes de irse del palacio quería ver el rostro de su hijo al menos una vez, el símbolo de su amor por su esposa. Por eso entró en su habitación. Yashodhara estaba dormida y el niño estaba cubierto bajo una manta. Quería apartar la manta y descubrir el rostro del niño porque quizá no volvería nunca. Estaba a punto de salir a realizar una peregrinación desconocida. Estaba arriesgándolo todo: su reino, su esposa, su hijo, a sí mismo, por buscar la iluminación, algo de lo que había oído hablar y que sólo era una posibilidad que había ocurrido a un puñado de personas que la habían buscado. Tenía tantas dudas como cualquiera de vosotros, pero había llegado el momento de tomar la decisión. Estaba determinado a partir. Pero la mente humana, la naturaleza humana... Simplemente quería ver; ni siquiera había visto el rostro de su propio hijo. Pero tenía miedo de que si movía la manta... si Yashodhara, su esposa, se despertase, le preguntaría: «¿Qué haces en mi habitación en medio de la noche?, y pareces preparado para ir a alguna parte». Estaba a punto de salir y había dicho al conductor de la carreta: «Sólo un minuto. Déjame ver el rostro de mi hijo. Puede que no regrese nunca». Pero no pudo mirar por miedo a que si Yashodhara se despertaba, empezaría a llorar y lamentarse: «¿Dónde vas? ¿Qué haces? ¿De qué renunciación me hablas? ¿Qué es la iluminación?»¡podría despertar a todo el palacio! Su padre vendría y todo se iría al traste. Así es que simplemente se escapó...Doce años después, cuando estaba iluminado, lo primero que hizo fue volver a su palacio para pedir perdón a su esposa, a su hijo que ahora debía tener doce años, y a su padre.
Lo primero que le dijo su esposa Yashodhara fue: —Puedo ver que estás transformado. Estos doce años han sido un gran sufrimiento, pero no porque te hubieras ido; he sufrido porque no me lo dijiste. Si simplemente me hubieras dicho que ibas a buscar la verdad, ¿crees que te lo habría impedido? Me has insultado gravemente. Ésta es la herida que he estado llevando durante doce años. Yo también pertenezco a la casta guerrera, ¿piensas que soy tan débil que me hubiera puesto a gritar y a llorar y que habría tratado de detenerte? Todos estos años mi único sufrimiento fue que no confiaste en mí. Te lo habría permitido, te hubiera dado un regalo de despedida, habría salido al carro a decirte adiós. En primer lugar quiero plantearte la única pregunta que ha estado en mi cabeza todos estos años, y es que cualquier cosa que hayas logrado... y ciertamente parece que has logrado algo. Ya no eres la misma persona que se fue de este palacio; irradias una luz diferente, tu presencia es totalmente nueva y fresca, tus ojos son tan claros y puros como un cielo sin nubes. parece que tu belleza no es de este mundo. Alguna gracia ha descendido sobre ti desde el más allá. Mi pregunta es, sea lo que sea lo que hayas conseguido, ¿no era posible conseguirlo aquí, en palacio? ¿Puede el palacio impedir que se manifieste la verdad? Es una pregunta tremendamente inteligente, y Gautam Buda tuvo que admitirlo:Podría haberlo conseguido aquí, pero en aquel momento no lo sabía. Ahora puedo decir que lo podría haber conseguido aquí, en este palacio; no era necesario ir a las montañas ni a ninguna otra parte. Tenía que ir dentro, y eso podría haberlo hecho en cualquier lugar. Este palacio es un lugar tan bueno como cualquier otro, pero ahora puedo decir eso, que entonces no tenía ni idea de que era así. Perdóname porque no es que no confiara en ti o en tu coraje. De hecho, dudaba de mí mismo: si te hubiera despertado y hubiera visto a nuestro hijo, podría haber comenzado a preguntarme: «¿Qué estoy haciendo dejando a mi preciosa esposa, que me ama con todo su amor, con toda devoción. Y dejando a mi hijo que sólo tiene un día... Si tengo que dejarlo, ¿por qué le he dado la vida? Estoy evadiendo mis responsabilidades». Si mi anciano padre hubiera despertado me hubiera sido imposible partir. No era que no confiara en ti Yashodhara; en realidad no confiaba en mí mismo. Sabía que había una vacilación; no era total en la renuncia. Una parte de mí decía: «¿Qué haces? » y otra parte de mí decía: «Es el momento de hacerlo. Si no lo haces ahora se hará cada vez más difícil. Tu padre se está preparando para coronarte. Y cuando seas coronado rey, será más difícil». Yashodhara le dijo: —Ésta es la única pregunta que quería plantearte, y estoy inmensamente feliz de que hayas sido absolutamente veraz al decir que podías alcanzar la verdad aquí o en cualquier parte. Finalmente el Buda termina diciendo:- He venido a llevaros a todos conmigo, porque he encontrado un reino mucho más grande, un reino que durará siempre, que no puede ser conquistado. He venido aquí para que pudierais sentir mi presencia, para que pudierais sentir mi realización, y yo pudiera persuadiros de que os seáis mis compañeros de viaje.”