por Mabel Flores (*)
El hombre moderno, en su ilusión intelectual y separatista, ha categorizado el mundo y hasta lo ha numerado. Ha dividido la tierra en mundos, así se habla del primer mundo, el segundo mundo, el tercer mundo. Al mundo indígena se le suele llamar el cuarto mundo. Entonces ahora los indígenas de todos los colores de piel queremos recordar la aparición de un quinto mundo, como síntesis de todos los anteriores pero, sobre todo, como síntesis de las cuatro razas anteriores que ya están dando a luz al hombre y a la mujer del quinto mundo.
Cuando hablamos de la "mujer del quinto mundo" nos referimos a esta mujer que nace como síntesis de las cuatro razas, de los cuatro mundos. Esta mujer que trae como misión a
La mujer del quinto mundo es protagonista anónima o no de este nuevo planeta que está naciendo, de este nuevo ser que está naciendo dentro de todos nosotros, y de la felicidad, que debe estar en cada una de nuestras células para favorecer la evolución.
No hemos venido al planeta para resolver qué profesión vamos a tener, o cómo ganamos más dinero. Esos son elementos necesarios, pero no suficientes para comprender el objeto de nuestra existencia. Como seres concretos que somos, precisamos de la materia alimentada, vestida, protegida, en un lugar digno y sano donde habitar.
Pero satisfechas esas necesidades, es imprescindible comprender nuestra esencia divina. Y esto se da a todo nivel: quien comprende la trama sagrada será mejor gobernante, será mejor economista, será mejor agricultor, mejor padre y mejor madre. Irá desarrollando el potencial y siendo aquello para lo cual hemos venido, es decir, verdaderos seres humanos.
EL CICLO DE LOS ANDES.
Los Himalayas, con su energía masculina, rigieron el ciclo anterior. Mientras los Himalayas entran en un ciclo de sueño, van entregando el conocimiento a los Andes, cuya energía femenina regirá el nuevo ciclo. Todo lo que rigió el ciclo anterior es entregado a los Andes que, transformándolo, lo vuelven a poner vigente desde la otra polaridad.
Con la espiritualidad regida por la energía femenina de los Andes, se favorece la comprensión sin intermediarios: que cada uno sea su propia sacerdotisa o sacerdote para comunicarse con el Gran Espíritu.
Este fenómeno era conocido para los indígenas de sabiduría, así como para todas las espiritualidades naturales -como la oriental- que en sus profecías se refirieron a estos tiempos de cambio.
El nuevo ciclo se manifiesta en hechos externos e internos. Si estamos atentos a nosotros mismos observaremos cómo estamos más serenos en la acción, cómo la intuición comienza a despertar y la creatividad necesita manifestarse. Es importante navegar a favor de esta fluidez energética, pues en realidad todos nos estamos transformando.
(*) La autora es educadora del Movimiento Pachamama Universal.
Artículo completo en: SABER ANDINO. No. 45