sábado, 23 de diciembre de 2006

La Vendedora de Fósforos


La primera vez que leí este cuento, siendo una niña pequeña, mis ojos se llenaban de lágrimas y mi pecho de sollozos por el triste destino de esta pobre vendedora de fósforos. Cómo comprender tanto desamparo, tanta soledad, tanta carencia y tanta frialdad en medio de la magia de la navidad. Al leerlo muchos años después no deja de emocionarme. Si esta pequeña hubiese tenido tan sólo un poco de calor interno y de amor propio hubiese encontrado tal vez alguna forma de proteger su vida y no perderse en sus ensoñaciones. Va dedicado a todas las mujeres que mueren en vida congeladas por el abandono, por el desprecio, por la falta de atención y de reconocimiento; a todas a las que han apagado su fuego, a todas las que su inspiración, su pasión su vocación, su trabajo, su creatividad y su esfuerzo no ha sido valorado ni retribuido; a todas las mujeres que para sobrellevar sus amarguras se entregan a vivir en un mundo de ensueños y dejan así de luchar por sus vidas; a todas las que se dejan congelar y paralizar por el miedo; a todas las “huérfanas de madre” que han perdido el contacto con lo femenino sagrado y con su capacidad de protección y cuidado interno; a todas las mujeres, niñas y ancianas faltas del fuego del corazón, de calor interno, de compasión y de amor. A todas las que en algún momento de nuestras vidas nos  hayamos  dejado congelar  (y victimizar) con una vendedora de fósforos dentro. Un abrazo tibio, lleno de fuego inspirador y calor del hogar interior en esta navidad.


LA VENDEDORA DE FÓSFOROS- Hans Christian Andersen.
¡Qué frío tan atroz! Caía la nieve, y la noche se venía encima. Era el día de Nochebuena. En medio del frío y de la oscuridad, una pobre niña pasó por la calle con la cabeza y los pies desnuditos; llevaba en el delantal, que era muy viejo, algunas docenas de cajas de fósforos y tenía en la mano una de ellas como muestra. Era muy mal día: ningún comprador se había presentado, y, por consiguiente, la niña no había ganado ni un céntimo. Tenía mucha hambre, mucho frío y muy mísero aspecto. ¡Pobre niña! Los copos de nieve se posaban en sus largos cabellos rubios, Veía bullir las luces a través de las ventanas; el olor de los asados navideños se percibía por todas partes.
Se sentó en una plazoleta, y se acurrucó en un rincón entre dos casas. El frío se apoderaba de ella y entumecía sus miembros; pero no se atrevía a presentarse en su casa ya que si volvía con todos los fósforos y sin una sola moneda su madrastra la maltrataría, y, además, en su casa hacía también mucho frío. Sus manitas estaban casi yertas de frío. ¡Ah! ¡Cuánto placer le causaría calentarse con una cerillita! ¡Si se atreviera a sacar una sola de la caja, a frotarla en la pared y a calentarse los dedos! Sacó una. ¡Rich! ¡Qué luz tan hermosa! Creía la niña que estaba sentada en una gran chimenea de hierro, adornada con bolas y cubierta con una capa de latón reluciente. ¡Ardía el fuego allí de un modo tan hermoso! ¡Calentaba tan bien!
Pero todo acaba en el mundo. La niña extendió sus piececillos para calentarlos también; más la llama se apagó. Frotó otra, que ardió y brilló como la primera La niña creyó ver una habitación en que la mesa estaba cubierta por un blanco mantel resplandeciente con finas porcelanas, y sobre el cual un pavo asado y relleno de trufas exhalaba un perfume delicioso. ¡Oh sorpresa! ¡Oh felicidad! Pero la segunda cerilla se apagó, y no vio ante sí más que la pared impenetrable y fría.
Encendió un nuevo fósforo. Creyó entonces verse sentada cerca de un magnífico pesebre: era más rico y mayor que todos los que había visto en aquellos días en el escaparate de los más ricos comercios. Esta, embelesada, levantó entonces las dos manos, y el fósforo se apagó. Todas las luces del nacimiento se elevaron, y comprendió entonces que no eran más que estrellas. Una de ellas pasó trazando una línea de fuego en el cielo.
-Esto quiere decir que alguien ha muerto- pensó la niña; porque su abuelita, que era la única que había sido buena para ella, pero que ya no existía, le había dicho muchas veces: "Cuando cae una estrella, es que un alma sube hasta el trono de Dios".
Todavía frotó la niña otro fósforo en la pared, y creyó ver una gran luz, en medio de la cual estaba su abuela en pie y con un aspecto sublime y radiante.
-¡Abuelita!- gritó la niña-. ¡Llévame contigo! ¡Cuando se apague el fósforo, sé muy bien que ya no te veré más! ¡Desaparecerás como la chimenea de hierro, como el ave asada y como el hermoso nacimiento! Después se atrevió a frotar el resto de la caja, porque quería conservar la ilusión de que veía a su abuelita, y los fósforos esparcieron una claridad vivísima. Nunca la abuela le había parecido tan grande ni tan hermosa. Cogió a la niña bajo el brazo, y las dos se elevaron en medio de la luz hasta un sitio tan elevado, que allí no hacía frío, ni se sentía hambre, ni tristeza: hasta el trono de Dios.
Cuando llegó el nuevo día seguía sentada la niña entre las dos casas, con las mejillas rojas y la sonrisa en los labios. ¡Muerta, muerta de frío en la Nochebuena! El sol iluminó a aquel tierno ser acurrucado allí con las cajas de cerillas, de las cuales una había ardido por completo.
-¡Ha querido calentarse la pobrecita!- dijo alguien.
Pero nadie pudo saber las hermosas cosas que había visto, ni en medio de qué resplandor había entrado con su anciana abuela en el reino de los cielos.

viernes, 15 de diciembre de 2006

Luna Roja

Un extracto del recomendadísimo libro Luna Roja, los dones del ciclo menstrual , de Miranda Gray (editorial Gaia).

"Una mujer que toma conciencia de su ciclo y las energías inherentes a el, también aprende a percibir un nivel de vida que va más allá de lo visible; mantiene un vinculo intuitivo con las energías de la vida, el nacimiento y la muerte, y siente la divinidad dentro de la tierra y de sí misma. A partir de este reconocimiento la mujer se relaciona no sólo con lo visible y terrenal sino con los aspectos invisibles y espirituales de su existencia. Fue a través de este estado alterado de conciencia que tenía lugar todos los meses que las chamanas/curanderas y más adelante las sacerdotisas, aportaron al mundo y a su propia comunidad su energía, claridad y conexión con lo divino. La curación, la magia, la profecía, la enseñanza, la inspiración y la supervivencia provinieron de su capacidad de sentir ambos mundos, de viajar entre los dos y de llevar sus experiencias al otro. El incremento del dominio masculino en la sociedad y la religión hizo declinar la posición de la chamana y la sacerdotisa hasta tal punto que los hombres terminaron por adoptar sus roles. El papel de la sacerdotisa fue tan fuertemente reprimido que la actividad de la mujer en la religión estructurada terminó por desaparecer por completo; lo que si consiguió perdurar de un modo "clandestino" fue la posición de adivina o bruja, que se convirtió en el último vínculo con las primitivas religiones matriarcales. La hechicera de la aldea era una experta en la magia de la naturaleza, la curación y las relaciones entre las personas, y tenía la capacidad de interactuar con las estaciones, su propio ciclo menstrual y su intuición; ayudaba y guiaba a sus semejantes en lo concerniente a la vida y la muerte, actuaba como iniciadora y transformadora valiéndose de rituales de transición y dirigía ceremonias extáticas. Estas mujeres simbolizaban el equilibrio de la conciencia y las energías femeninas dentro de una sociedad y una religión dominadas por hombres, pero como desafortunadamente estos poderes representaban una clara amenaza para la estructura masculina, durante la época medieval se las persiguió sin tregua hasta virtualmente destruir la tradición de la bruja o hechicera en la sociedad. Al atacarles, los perseguidores no hacían otra cosa que admitir su poder, pero no fueron esas agresiones las que finalmente destruyeron la brujería: fue el hecho de que con el paso del tiempo la sociedad terminó por negar la existencia de estos poderes femeninos.

Lamentablemente los primeros castigos que se les impusieron cada vez que eran capturadas, así como el miedo y la vergüenza que posteriormente provocó su imagen, hicieron que las mujeres dejasen de expresar aquellas habilidades y necesidades que habrían supuesto el resurgimiento de la tradición. Los efectos directos de las persecuciones de las brujas todavía se perciben hoy en día: hacen falta enseñanzas espirituales, arquetipos y tradiciones que reconozcan la naturaleza femenina y sus energías, y demás está decir que ya nadie nos guía en su utilización"

martes, 12 de diciembre de 2006

Construyamos Solidaridad Femenina

Esta es una postal creada por la coordinadora feministas jóvenes de Santiago que rescaté del pasado foro social chileno (“otro mundo es posible” ohhh SÍ!! y todo puede partir aquí y ahora por nosotr@s). Una súper buena iniciativa de estas chicas, tratando de infundir la solidaridad entre mujeres.

"Nos enseñan desde chicas esa absurda competencia con la otra: siempre cachando quién es más bonita, quién atrae a más hombres, domesticadas en la desconfianza en la otra. Y en cada uno de estos gestos nos convertimos en los animales del zoológico de la mirada masculina, y nosotras ingenuas compitiendo por quién le hace más gracia a esos esclavizantes ojos. Tenemos que dejar de ser mujeres para los demás: los hijos, los padres, el pololo, la publicidad. Seamos mujeres para nosotras mismas, acojamos nuestras diferencias, demos espacio a nuestra libertad que comienza hoy por que la construyamos juntas. Solidaridad entre mujeres, esa posibilidad que nosotras tenemos para querernos, respetando la variedad de formas de nuestro cuerpo, la pluralidad de nuestras opiniones y nuestras maneras de vivir. Solidaridad entre mujeres, encontrar en las otras una relación que no es de segunda clase, hacerse cómplice con la otra sin eludir el conflicto, confiar, tratarnos con delicadeza…todo eso que entraña el ser compañeras

lunes, 11 de diciembre de 2006

Algo de Música: "Ella"....Bebe

Este es una aporte de mi queridísima amiga Loly (Thanxs! my friend) la canción se llama "Ella" y es de la española Bebe. Más abajo va la letra y pueden ver el videoclip haciendo click sobre la imagen

Ella se ha cansado, de tirar la toalla

va quitando poco a poco telarañas

No ha dormido esta noche, pero no está cansada

No miró ningún espejo, pero se siente "toa" guapa

Hoy, ella se ha puesto color en las pestañas

Hoy le gusta su sonrisa, no se siente una extraña

Hoy sueña lo que quiere sin preocuparse por nada

Hoy es una mujer que se da cuenta de su alma

Hoy vas a descubrir que el mundo es sólo para ti

que nadie puede hacerte daño, nadie puede hacerte daño

Hoy vas a comprender que el miedo se puede romper con un sólo portazo

Hoy vas a hacer reír porque tus ojos de han cansado de ser llanto, de ser llanto

Hoy vas a conseguir reírte hasta de ti y ver que lo has logrado

Hoy vas a ser la mujer que te de la gana de ser

Hoy te vas a querer como nadie te ha sabido querer

Hoy vas a mirar pa´lante que pa´ atrás ya te dolió bastante

Una mujer valiente, una mujer sonriente mira como pasa

Hoy no has sido la mujer perfecta que esperaba na roto sin pudores las reglas marcadas

Hoy has calzado tacones para hacer sonar sus pasos

Hoy sabe que su vida nunca más será un fracaso

Hoy vas a descubrir que el mundo es sólo para ti

que nadie puede hacerte daño, nadie puede hacerte daño

Hoy vas a conquistar el cielo sin mirar lo alto que queda del suelo

Hoy vas a ser feliz aunque el invierno sea frío y sea largo, y sea largo

Hoy vas a conseguir reírte hasta de ti y ver que lo has logrado

sábado, 9 de diciembre de 2006

Mujeres al poder, el bálsamo necesario

Curioseando dentro del “Tao Te King” de una amiga (gracias Caro!) encontré esta carta que envió hace un tiempo a El Mercurio, mi queridísimo profesor de pensamiento oriental, Gastón Soublette, en la cual pone de manifiesto (y aplicado a nuestra realidad actual como sociedad chilena) la búsqueda del equilibrio de las polaridades en el ejercicio del poder y por ende la reivindicación de las virtudes yin (femeninas, maternas…) en un mundo dominado por lo yang (masculinas, patriarcales…).

Señor director:

En uno de los hemisferios cerebrales residen los patrones de conducta basados en la intuición, la receptividad, la poética de la vida, la gentileza, la misericordia, la prudencia, etc. En el otro residen los de la fuerza, el intelecto, la inventiva, la ambición, la autoridad, el rigor, etc. Este segundo inventario de “virtudes” ha sido lo propio de la sociedad patriarcal y sus sistemáticos abusos de poder desde la noche de los tiempos. Las otras virtudes maternas, para darles un nombre adecuado, han vivido siempre a la sombra del poder patriarcal. Sólo se han mostrado al mundo desde un sitial destacado cuando los maestros espirituales de la humanidad han logrado interrumpir, para beneficio de todos, la cadena autoritaria de los patriarcas.

En relación con esto, cabe observar que la mayor parte de los movimientos feministas se han constituido para reclamar por la injusta discriminación que han sufrido las mujeres desde tiempos inmemorables, pero han carecido de la base ideológica adecuada para plantearse el aspecto más profundo de la cuestión, es decir, no han buscado una revaloración de lo específicamente femenino, sino tan sólo seguir el juego de los hombres, procurando acceder a los beneficios que ellos mismos se han atribuido. El feminismo debería promover desde todas las cátedras, y sin ánimo de contienda, las virtudes maternas, sin cuyo paliativo las megalomanías del patriarca seguirán llevando a nuestro mundo a un despeñadero.

Las mujeres al poder, como solución a este problema (¡y que problema!), se perfila hasta la fecha como una posibilidad de corregir los abusos del patriarcado, que hoy son ley y normalidad en el mundo, en lo que se refiere a la discriminación en materia de géneros.

Pero en lo que respecta a la necesidad urgente de un vuelco de conciencia que equilibre la balanza de la ambición y la bondad, eso es más difícil pues las mujeres cuando acceden al poder tienen que hacerse cargo del “bulto”…tal como los patriarcas se lo entregan. Se entiende aquí por bulto a una comunidad humana que en su mayor parte concibe la vida no como un don, sino como un problema, de modo que el vivir consiste sólo en solucionar problemas, una sociedad que tiene la cancha previamente rayada para concebir el mundo sólo como un sistema financiero y tecnológico. Tal es el bulto, Gente muy difícil de gobernar y de ayudar a que supere la pobre idea que se ha hecho de las cosas y de sí misma.

Si las mujeres que hoy toman responsabilidades de gobierno en este país pudieran traernos algo de ese bálsamo, el proceso de saneamiento psíquico del mundo habría comenzado en esta larga y angosta faja de Tierra llamada Chile.

Gastón Soublette.